sábado, 4 de mayo de 2013

"ALFABETIZACIÓN DIGITAL O ALFABETIZACIÓN ÚNICA"



Este fragmento nos invita a reflexionar sobre la didáctica del aprendizaje de la lectura y la escritura en la actualidad. 

Extraído del libro “Enseñando a leer en Internet: pantalla y papel en las aulas”
 (pp. 24 a 26) Flora Perelman, coordinadora.

¿Alfabetización digital o alfabetización única?

Pensar que existe una “alfabetización digital” nos introduce en una concepción que diferencia las prácticas de lectura y escritura en papel de aquellas que se realizan en pantalla. Al mismo tiempo, legitima didácticas escindidas: se enseña de distinta manera en uno y otro soporte.

Cuando debatimos si se trata de una alfabetización digital (a veces llamada informacional, tecnológica, etc.) o de una alfabetización “a secas”, la que corresponde a nuestro espacio y a nuestro tiempo (Ferreiro, 2007), estamos intentando dilucidar un problema que va a tener consecuencias importantes en las prácticas de enseñanza y en la evaluación de los alumnos.
Por un lado, se trata de discernir si la alfabetización difiere con el cambio de portador. Si cuando se usa el soporte digital, el concepto de alfabetización se modifica o seguimos sosteniendo que se trata de formar lectores y escritores críticos y competentes, capaces de ejercer las prácticas del lenguaje para argumentar, interactuar con el mundo, informarse, adquirir conocimientos, descubrir otros mundos posibles, defender sus derechos, asumir una posición crítica sobre los medios.
Por otro lado, es necesario desentrañar si es posible pensar que la alfabetización en papel involucra para el alumno construcción de significados en función de propósitos específicos, mientras que la alfabetización digital solo consiste en la adquisición de una técnica general obtenida de una vez y para siempre. Si la primera se logra por participar en situaciones sociales donde se lee y se escribe, donde hay informantes o interpretantes que posibilitan y propician el contacto con el mundo letrado, y la segunda supone la enseñanza de una secuencia de pasos para, por ejemplo, obtener información en la Web. Si existe una continuidad e imbricación entre los trayectos lectores que los alumnos realizan en el mundo de papel y los que ejercen en el entorno digital, o si pensamos que los sujetos se alfabetizan en el papel y después se alfabetizan para usar la tecnología…
Esta división de aguas es la que encontramos con altísima frecuencia en los estudios actuales.
Desde nuestra perspectiva, la alfabetización es única e indisociable del contexto histórico y material en el que se produce. Hay una historia cultural de prácticas de lectura y escritura que incorpora unas tecnologías que varían a lo largo de los tiempos y de los espacios.
No hay prácticas de lectura y escritura en abstracto. No es lo mismo alfabetizarse en un país rico que en uno pobre, no es la misma alfabetización la de nuestros abuelos que la de nuestros hijos. Pero en todos los casos, la alfabetización supone un proceso de construcción social e individual de conocimientos y está indisociablemente ligada a las prácticas letradas en las que los sujetos participan. En todos los casos, la lectura y la escritura se aprenden por participar en un mundo donde se lee y se escribe. Alfabetizar siempre supone posibilitar que todos los sujetos ingresen en las prácticas sociales atravesadas por la historia cultural, considerando a su vez sus historias sociocognitivas y lingüísticas que les dan identidad.
Si pensamos, entonces, en una alfabetización única, se fortalece la necesidad de propiciar la continuidad y diversidad de las prácticas de lectura y escritura en la escuela en ambos soportes; se evita la disociación entre la consulta a las bibliotecas y la consulta a Internet o a un texto digitalizado; se consolida el intercambio con textos de diversos géneros y con distintos propósitos en textos de papel y digitales, reconociendo sus semejanzas y diferencias, enfrentando los desafíos que suscitan esas prácticas, siempre al servicio de la formación del ciudadano.
Ambos soportes constituyen oportunidades para aproximarse y comprender el entorno y la cultura letrada, para adquirir instrumentos de poder que propicien un mayor dominio-apropiación del mundo y de sí mismo.
La escuela se convierte, entonces, en el lugar privilegiado donde se amplía el universo de los discursos y de las prácticas, donde conviven el soporte de papel y el digital, la escritura manuscrita, impresa y electrónica, donde se despliegan los diversos modos de leer y escribir, se multiplican los continuos encuentros con materiales diversos y se intensifica la relación entre diferentes generaciones.


No hay comentarios:

Publicar un comentario